Filipinas, la tierra humana.
Los paisajes de este lugar eran alucinantes, pero las personas y su bondad, fue lo que realmente nos llegó adentro.
En cada paso, una sonrisa, un abrazo desconocido, la buena voluntad de ayudarnos y la generosidad de ofrecernos lo que tenían.
Que va, no querían nada a cambio. Sólo ser los mejores embajadores de su tierra, contagiarnos de su buena energía.
Lo consiguieron. Sus miradas y sonrisas, son ahora un recuerdo imborrable. Hemos aprendido tanto... Nuestra sociedad se ha vuelto egoísta, desconfiada y torpe.
Gracias Filipinas. Gracias por enseñarnos lo que habíamos olvidado, gracias por esta lección de humanidad. Desde ahora y para siempre, Filipinas la tierra humana.